ACTUALIDAD
18 de enero de 2018
DENUNCIAN ABUSO SEXUAL POR PARTE DE UN SACERDOTE
LA MUJER ES DE MONTE MAÍZ Y EL HECHO DATA DEL AÑO 1999. LA VÍCTIMA ESCRIBIÓ UNA CARTA CONTANDO EL CASO
Una mujer de Monte Maíz, Carolina Ferreyra, decidió contar a través de su cuenta de Facebook el calvario que le tocó vivir en el año 1999 por un presunto caso de abuso sexual por parte de un Sacerdote, quien en esa época estuvo en tarea Pastoral en nuestra localidad. El hecho ocurrió cuando la mujer tenía 19 años y no pudo contarlo públicamente hasta estos días, más allá que recurrió a las autoridades Eclesiásticas quienes hicieron caso omiso a su reclamo. También acudió a la Justicia con el mismo resultado.
Actualmente el cura en cuestión sería Intendente de un pueblo en la Provincia de Córdoba por ganar las elecciones para cargos ejecutivos en el año 2015. Por tal motivo, está de Licencia en su función como Sacerdote y esa es la excusa que pone la Diócesis Mayor de Córdoba para evitar el tratamiento del tema. A continuación transcribimos textualmente la carta que escribió y publicó la damnificada:
Me Quiero, Me Valoro. Quiero Que Me Respetes
Esto que voy a contar sucedió en el año 1999. Ya hace varios años. Durante los meses de Febrero hasta Agosto de ese año.
Muchas veces quise hacerlo; pero por consejo de amigos y sugerencia de personas con conocimiento jurídico, no me lo recomendaron, para resguardarme y cuidarme.
¿Por Qué Ahora? Porque ahora la sociedad está preparada para escuchar. Y yo preparada para decir públicamente lo que me sucedió, enfrentar “el qué dirán” y opiniones de terceros. Ya salí del “Papel de Víctima” y soy Protagonista de Mi Vida. Y además necesito decir: “Aprende a Cuidarte, Quererte, Respetarte y Hacerte Respetar”.
Durante mi adolescencia viví en un pueblo pequeño del Sudeste de la Provincia de Córdoba; allí era una joven católica practicante, activista y participativa en La Iglesia del pueblo. Formé parte de Grupos parroquiales, misiones, talleres, cursos, eventos. Junto a un amigo, solicitamos al párroco del momento que solicitara a la Diócesis un seminarista para colaborar con los jóvenes del grupo parroquial. En marzo de 1997 llegó al pueblo el joven seminarista. Desde su llegada se organizaron muchas actividades religiosas, y el grupo parroquial se convirtió en Jóvenes Acción Católica (JAC). También se organizó grupo de jóvenes universitarios en la Ciudad de Córdoba, los cuales eran de la localidad. En Enero de 1999, el joven ya convertido en sacerdote, me solicita colaboración para coordinar grupo de jóvenes en la parroquia del pueblo al que lo habían destinado al sur de la Provincia de Córdoba. Y allí fuí, sintiendo que era mi misión como cristiana, sin saber lo que me esperaba. Comencé a viajar cada 15 días desde la Ciudad de Córdoba (donde estudiaba y trabajaba) hasta el sur de la provincia, durante 8 hs. en colectivo, para cumplir con “la misión”. Viajes que se convirtieron en una tortura, ya que debía viajar con el Sr. Sacerdote, pues él también estaba cursando una carrera en la Universidad Católica de Córdoba.
El Sr. Sacerdote ABUSÓ de mi cuerpo, mi persona y mi confianza, en todos los viajes; a estos abusos en el transcurso de los viajes en colectivo, se sumó el abuso en casa parroquial y luego el acoso. (Que quede bien claro, hablo de Abuso y Acoso; no pongan palabras en mi boca palabras que no expreso en este nota.)
Te preguntarás ¿Por qué aguanté, soporté toda esta situación por tanto tiempo? Creía que era “mi misión como cristiana” ir a esa localidad. Qué “Dios me ponía pruebas en el camino”. Que “el Diablo me utilizaba para provocar”.
Con ayuda psicológica pude cortar con esta situación abusiva y comenzar con el proceso de que la Iglesia Católica fuera notificada. Primero hablé por teléfono a la Diócesis correspondiente, para tener entrevista quien ellos consideran mejor, y viajé hasta allí. Comuniqué todo lo sucedido. Y ¿qué sucedió?: NADA. Entonces me dirigí a la Diócesis Mayor de Córdoba, y hablé con el responsable de Derecho Canónico de ese momento. Me reuní en su parroquia, a las 7 a.m. (luego de su misa), 2 veces. La primera para comentarle lo sucedido y la segunda para entregarle una carta que me solicitó, donde describiera lo acontecido. ¿Qué pasó?: NADA. Hace unos meses volví a reunirme con el actual Obispo de la Diócesis correspondiente a la localidad de este Sr. ¿Qué pueden hacer?: NADA hasta año 2019. ¿Por Qué?, porque el Sr. solicitó una licencia pues ganó las elecciones a intendencia de su localidad en el año 2015. (¿Por Qué licencia? porque es incompatible el ejercicio del sacerdocio y el ejercicio de una Potestad Civil, tal como está expresado en el Código de Derecho Canónico vigente.)
¿Si hablé con él? SI. Nunca aceptó lo sucedido. Nunca me pidió disculpas.
¿Si pensé en denunciarlo? SI. Cientos de veces. Más aún cuando me enteré que abusó, de forma similar, de dos mujeres más. Pero también fui asesorada por profesionales (abogados), y no me lo recomendaron, ya que es “SU palabra, CONTRA la mía”.
Por todos estos motivos expresados, es que lo cuento publicamente. Porque la sociedad tiene derecho a saberlo. El pueblo en el cual el Sr. es intendente mucho más. Ahora solo le toca a la sociedad decidir y juzgar.
Carolina ferreyra