Miércoles 9 de Octubre de 2024

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Monte Maíz

CAMPO

13 de noviembre de 2022

ANA CECILIA GIORGI DESTACADA POR INFOCAMPO

EL PORTAL DEL AGRO REFLEJA LA ACTIVIDAD DE LA INFULENCER DEL CAMPO NACIDA EN MONTE MAÍZ

Ana Cecilia “Chechu” Giorgi es una joven de 24 años, nativa de Monte Maíz (Córdoba), que creció en una familia de campo.

En el secundario fue a un colegio técnico y al momento de elegir una carrera universitaria, fue por agronomía; pero después de cinco años supo que solo quería estar en el campo y se volvió al pago para ponerse de lleno a trabajar con su padre y su hermano, tanto en agricultura como en el nuevo proyecto ganadero que habían iniciado en San Luis.

Hoy es la protagonista de una nueva entrega de la serie de podcasts ELLAS y relata: “Costó insertarme cuando volví, pero de a poco fui encontrando mi lugar, haciendo de todo un poco, tipo comodín, aprendiendo de todo, como me enseñó mi viejo”.

Pero su gran salto fue cuando se convirtió en una de las principales “agroinfluencer” del país, mostrando todo lo que hace en el campo: las máquinas, los problemas y cómo los resuelven. Y explicando las tareas que forman parte de su cotidianeidad, pero que para la población urbana quizás son poco comunes.

Hoy tiene más de 27.000 seguidores en Instagram y cada vez que publica alguna historia o posteo tiene centenares de likes, consultas e interacciones. Aquí relata su visión sobre el rol de las mujeres y los jóvenes, y su pasión por los “fierros” no solo del campo: es fanática del automovilismo, al punto de que tiene su podio de pilotos “de la época de mis abuelos”.

– Comencemos por tu historia vinculada al campo y la ruralidad.
– Mi conexión con el campo viene de familia, de muy chica, desde que tenía meses empecé a ir al campo. Una familia de productores agrícolas al 100% hasta hace un año que empezamos con la ganadería también.

– ¿Si cerrás los ojos, qué sensaciones y recuerdos se te vienen al alma?
– Se me vienen muchos recuerdos andando en la cosechadora con mi papá. No sólo con mi papá, sino que íbamos los cuatro arriba: mi mamá y mi hermanito también. También me acuerdo jugando con mi hermano arriba de los carros. Olores lindos como el del asado, olor a campo… ya el campo de por sí tiene un olor especial… el olor al cereal. Y muchas anécdotas de chica.

– ¿Alguna en particular?
– Mirá (aclara, se acomoda el pelo y tira risa pícara). Yo siempre fui muy perfecta en el sentido de responsable como hija, nunca me mandé ningún moco. Mi hermano era el indio. Mi hermano era un pato criollo.

 ¿Cómo fue la experiencia de estudio? ¿Tenías claro qué querías hacer? ¿Tenías otra carrera en el radar?
– En realidad, pasé por un montón de etapas antes de definirme. Tengo una tía que es profe de educación física y cuando era chiquita hice mucho deporte, me veía como profe de educación física o de patín. Después, fui a un secundario técnico, electromecánico, y estar tanto en el taller me hizo pensar en estudiar ingeniería mecánica o industrial. Pero el amor al campo me hizo dudar un montón y por eso decidí estudiar agronomía. Y por otro lado mi abuelo, el papá de mi papá, me decía que tenía que estudiar veterinaria… Yo bastante porfiada me metí en agronomía. En ese momento no me gustaban tanto los animales, porque no teníamos en el campo, no hacíamos ganadería. Pero siempre pienso: capaz le tendría que haber hecho caso a él y haber estudiado veterinaria porque ahora estoy todo el tiempo con los animales. ¡Me encantan!

– ¿Y cómo fue la experiencia de la universidad?
– Es cierto que dejé antes de tiempo. Pero no me arrepiento de haber hecho la experiencia por más que no llegué a tener el título y recibirme. Y cada vez que alguien me pregunta yo le recomiendo que si tiene la oportunidad de irse a estudiar que se vaya. Sea que la termine o no. Quizás te volvés y hacés una tecnicatura, o cambias de carrera. Todo sirve. Porque lo que vas aprendiendo el camino es importante.

– ¿Por qué dejaste en tu caso?
– En realidad, nunca me fui muy convencida. Yo estaba convencida que quería trabajar en el campo, pero no me convencía estudiar. Le puse toda la garra. Mas de una vez me quise volver. Y eso les pasa a muchos, algunos siguen y otros cambian de rumbo. Cada vez que te va mal pensás que dejás y al otro día estás sentado ahí en la clase. En un punto, la pandemia me terminó ayudando a dejar, porque me fui al campo, empecé a hacer los videos, a meterme en redes. Yo me daba cuenta de que cada vez tenías más dudas. Y un día, después de muchos amagues, tomé la decisión definitiva. Me volví con un montón de dudas, si estaba tomando la decisión correcta… muchos me decían que no dejara, que era mi futuro… me asustaban… no me la hacían muy fácil… Pero por suerte me salió bien, no me arrepiento y hoy estoy feliz con lo que hago. En la facu también la pasaba bien, pero sufría mucho la parte de rendir finales. En las materias prácticas como maquinaria agrícola me iba bien, porque aprendía en el campo, con mi papá, pero había muchas materias como genética que tenía mucho de teórico. Yo me di cuenta que lo que quería aprender estaba en el campo, no en los libros.

– ¿Qué lugar encontraste en la empresa familiar?
– Cuando volví no encontraba ningún lugar. Los primeros meses fue un poco complicado. Pero te diría que hoy soy un comodín. No tengo un puesto. Estoy aprendiendo a hacer todas las tareas porque mi papá nos insiste con eso, que para uno después poder estar en otro puesto, y organizar, hay que saber hacer de todo. Entonces, a veces me subo al tractor a juntar rollos, o en la cosechadora, donde sea. Lo que sí me hice cargo yo es de los datos de los animales. Y soy la que más va al campo de San Luis.

– ¿Y qué te gusta más de todo eso? ¿Qué es lo que más te divierte?
– Y… (duda) Es una mezcla. A veces me preguntan si me gusta más estar con las máquinas o con los animales. Y te diría que, por ahora, las dos cosas. Por ahí en los animales encontré una sensación diferente, porque se te rompe un tractor y es un fierro… mala suerte. Pero se te muere una vaca o un ternero y te duele. ¡Si fuera por mí los tendría a todos adentro del galpón para que no les pase nada! (se ríe). Pero también me encanta andar en los fierros. Cuando me dan la oportunidad me voy corriendo. Y a su vez me encanta andar a caballo… Es una mezcla. No es que tengo algo favorito. La tarea que definitivamente no me gusta hacer, ni a mí ni a nadie, es la administrativa… y ahora es lo que estoy aprendiendo mucho, al lado de mi viejo. Eso me aburre bastante, pero hay que hacerlo. Hoy uno ya no es un productor agropecuario, es un mini empresario, porque le tenés que dar bola tanto a los papeles como a cuánto te está rindiendo el cereal.

EL ROL DE LOS JÓVENES Y LAS MUJERES

– ¿Cómo ves a las mujeres en el campo? ¿Qué lugar sentís que tienen hoy?
– Hubo distintas etapas a lo largo de la historia. Creo que el lugar de la mujer fue cambiando también con la retirada de las familias de los campos. Mujeres en el campo siempre hubo, porque antes vivían las familias. Y las mujeres tenían su rol importante en la casa y en la quinta. Después, cuando las familias se empezaron a ir del campo la mujer capaz se alejó, y ahora es como que estamos volviendo de a poco. ¡Pero somos muchas! Me sorprende la cantidad de mujeres que conozco, que trabajan en el campo y las que están relacionadas con la actividad. Y cada vez tenemos más lugar. Cuando antes por ahí si no tenías un título de veterinaria o agrónoma no te tomaban… incluso con el título tampoco… Yo creo que las mujeres somos más mandonas, importantes en lo organizativo.

– ¿Y los jóvenes? ¿Qué pueden aportar a la actividad rural hoy?
– Hoy los jóvenes que llegamos al campo estamos más capacitados. Estamos muy chusmas todo el tiempo. ¿Qué está pasando acá y allá? (se mueve, mueve las manos) Hacemos cursos, congresos, seminarios. Ves muchos jóvenes en esos lugares. Les damos frescura. Siempre que hablo con jóvenes les digo que tenemos que estar firmes para bancar lo que se viene en este país, que no se puede levantar. Los jóvenes tenemos que poner el freno y decir basta. No nos pueden poner la pata arriba. Y los jóvenes están en temas importantes, no hablando pavadas. Temas profundos para hacer el cambio. Que cada vez nos den más el lugar está bueno, porque en otra época los grandes nos hubieran dicho que somos irrespetuosos. Y ahora nos escuchan.

– Dentro de ese rol de los jóvenes, está el aprovechamiento de las redes sociales. ¿Cómo fue el momento de convertirte en influencer? ¿Hubo algún posteo que cambió todo?
– Hubo un posteo y un momento. Un mes antes de empezar la pandemia. En 2020. Subí un tuit gastando a mi papá porque él me había dicho que no iba a poder llevar los carros de un lugar a otro del campo porque había barro y el tractor que yo andaba era chiquito. Y yo porfiada le dije que sí iba a poder. Y cuando llegué posteé una foto en twitter con un texto y eso se viralizó y la gente empezó a comentar. Y ahí me llamaron de New Holland y me dijeron que empezara a postear cosas así porque la gente me seguía. Yo les propuse que sea en Instagram en vez de en twitter, y así empezó todo. Al principio crecía de a poco. Y ahora tiene momentos. Por ahí posteas algo o vas a algún lugar y eso explota y te suben los seguidores.

– ¿Qué es lo que más atrae? ¿El día a día en el campo? ¿La cotidianeidad?
– Mostrar el día a día te conecta con los seguidores. Que se van enganchando. Lo lindo y lo malo de nuestra actividad de todos los días. Se te encaja un tractor. Terminás la cosecha. Hacés un asado. Los problemas con los animales son más sensibles. Porque a veces me escriben y madres lo ven con los nenes chiquitos y trato de no ser tan directa con la información.

LA PASIÓN POR LOS “FIERROS”

– ¿Vos te definis como fierrera de los autos de carrera?
– SÍ, miro todas las carreras que pueda. A las carreras empecé a ir de grande porque cuando era chica, mi papá iba con mis abuelos, que los dos eran fierreros, pero no me llevaban porque era mujer, y dormían en casilla, en carpa, como se podía, y no querían. Yo las miraba por la tele y ligaba siempre algo: una gorra o lo que sea de la carrera. Y cuando me fui a vivir a Río Cuarto, a estudiar, ahí sí empecé a ir porque hay un autódromo. Fui a ver Top Race y Super TC 2000. Y ahora, finde que puedo, voy.

– ¿Pero no corriste nunca?
– No. Ahora tengo un carting, que ya está funcionando, es de un chico que corría en Monte Maíz, que está viejito pero para empezar me va a servir. Ya lo probé en el campo. Pero ahora me estoy cuidando porque a fin de año tenemos el festival de fin de año de patín artístico y ya veo que me pasa algo y no puedo hacer el festival. Cuando pase eso me subo al carting con todo.

– ¿Tenés un podio de pilotos preferidos? Imagino que todos de Chevrolet, que es tu marca preferida.
– Sí. Si tengo que armar un podio de pilotos de la época de mis abuelos, de cuando era chiquita, que era una batalla porque uno era de Ford y otro de Chevrolet, te digo Guillermo Ortelli, primero indiscutido; segundo el Gurí Martínez, que era ídolo de mi abuelo; y tercero Marquitos Di Palma.

– ¿Y entre los de ahora?
– Ahí son más de tres, es un lío porque tengo amigos que corren en el Turismo Carretera. Pero mirá: primero, uno de Chevrolet, obvio, Agustín Canapino, soy fanática de él desde que tengo 10 años, cuando salió campeón por primera vez en el TC. Segundo Facundo Ardusso, que es mi amigo. Tercero, Germán Todino, que es joven pero le pongo muchas fichas. Y un cuarto lugar en el podio Niki (Nicolás) Trosset, que también es amigo.

FUERA DEL SURCO

– ¿Alguna canción que te guste?
– La verdad que no tenía este tema como preferido hasta que el año pasado que se enfermó mi abuelo y nos dejó. Me gusta “A la abuela Emilia”, cantado por la Sole.

– ¿Hay alguna actividad en la que te relajes, te reinicies para empezar al día siguiente?
– Yo soy mucho de andar en bici. Me pongo los auriculares y salgo. Pero cuando vuelvo del campo, si fue un día difícil, estoy liquidada física y mentalmente. Entonces, mi solución es llegar, bañarme escuchando música, y me meto en la pieza a ver una serie. Ahí me desconecto de todo por un rato, sin el teléfono.

– ¿Qué tipo de series te gustan?
– No me gustan las de miedo. Porque después no puedo dormir. Me gustan las comedias, y las románticas. De hecho, hay una película que la vi hace unos años y me encantó. Dura tres horas, bastante larga, que se llama “Palmeras en la nieve” y llorás desde que arranca la película hasta que termina. Te deshidratás. Tenés que verla con una botella de agua y después no podés salir a la calle porque te quedan los ojos hinchados.

– ¿Algún país o ciudad que te gustaría conocer?
– Siempre digo que me gustaría conocer Europa, porque tiene mucha historia, y en especial Italia.

– Un buen punto de partida podría ser el Gran Premio de Fórmula 1 de Italia…
– ¿Sabés qué? ¡Me muero! ¡Sería estupendo!

– ¿Alguna frase o mensaje que te gustaría compartir para finalizar?
– Hay una que uso siempre hace mucho, que la tengo fijada en mi twitter, que es “Prohibido rendirse, sólo respirá, y seguí”. Esa es la frase que me gusta usar, y me identifica. Porque yo paré en esa época de la universidad, respiré un poco y se me aclaró el panorama.

 

FUENTE: infocampo.com.ar



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