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19 de noviembre de 2023

UN MILAGRO LLAMADO MAYCO

CAYÒ CON UN PARAPENTE HACE CASI CUATRO AÑOS Y VIVIÓ PARA CONTARLO

Mayco Agatiello (31) sufrió una caída de parapente, junto a un instructor, el 4 de marzo de 2020, cuando se precipitaron a tierra desde unos 50 metros de altura por la explosión de una vela.
Cayeron en un campo de soja en inmediaciones de la vecina localidad de Isla Verde.
E l estuvo siempre consciente. Fue internado en el Hospital de la ya mencionada lcalidad; luego fue derivado al Hospital Italiano de Monte Buey y de allí al Abel Ayerza de Marcos Juárez. Más tarde lo llevaron al sanatorio San Roque de la misma ciudad. Estuvo cinco días en terapia intensiva y cinco días en sala común hasta que lo trajeron nuevamente a Monte Maíz. Su pronóstico no era bueno, pero el siempre creyó y luchó por salir adelante.
En el Programa “Aquí en la tierra”, que conduce Nacho Arce, conto su historia.
“El parapente es una silla con un motor, una hélice y una vela. En el que yo me accidente era biplaza, dos asientos. Y tipo triciclo, con una rueda. Con este instructor y en parapente este era mi primer vuelo. Duró cuarenta minutos aproximadamente. Cuando comenzó a oscurecer, tipo 8 menos diez de la noche, quisimos aterrizar y en un giro escapado, se nos reventó la vela. Fue una caída libre entre unos cincuenta y setenta metros. Los médicos dicen que es un milagro. No saben como ando con los bastones. El que ve como quedó mi columna no lo puede creer. Yo tengo certificado de piloto; siempre volé pero en ultralivianos. Nunca había piloteado parapente. Y el instructor me venía explicando todo y en el último giro tuvimos el accidente. No me dio tiempo ni de asustarme. Cuando yo vi que hizo el giro 360° y apuntó para abajo, me agarré de los caños que tiene al costado y vi el suelo. Pero fue una pestañada. Caímos en un lote de soja en la misma pista en la que estábamos operando. Le pegamos al suelo, rebotamos y salimos para adelante unos ocho o diez metros. Me acuerdo que había muchos mosquitos y siento que viene alguien corriendo. Eran dos pibes de Isla Verde que llamaron a los Bomberos. Les pedí que me ayudaran a salir pero ellos se negaron y me dijeron que ya venían los bomberos. Yo no me daba cuenta del golpe que había tenido. Estaba consciente. Les dije quien era y mandé a buscar mi celular al auto que estaba a unos ciento cincuenta metros de ahí. Los bomberos llegaron rápido y me sacaron. Yo no me acuerdo del Hospital de Isla Verde porque llegué con la presión a cuatro. En ningún momento pensé que me iba a morir. Pero cuando reaccioné otra vez, tenía a mi vieja tocándome los pies y me dijo que me iba a llevar al Hospital Italiano de Monte Buey por la obra social. Ese viaje me pareció larguísimo. Yo no me había dado cuenta de que no sentía las piernas. La vertebra L 4 me había presionado la médula. En Monte Buey me desperté y estaba dentro del tomógrafo. Y como a la una de la mañana, mientras estaba en la terapia me avisan que me iban a llevar al Abel Ayerza de Marcos Juárez. Allá entre a los gritos por el dolor, me acuerdo cuando entré a la terapia y no cuando salí. El parte médico era que iba a quedar parapléjico de por vida, con pañal y sonda para orinar. Yo no sabía que pasaba afuera, con mi familia. A mí no me dieron el diagnóstico pero alguien en la terapia lo dijo; yo de alguien lo escuché aunque no recuerdo de quien. Y cuando me enterè de eso me puse muy mal. Pensé en cualquier locura".
Luego contó sobre la cirugía y su proceso de recuperación: "Yo me caí el miércoles 4 de marzo y el viernes 6 a la mañana me operaron. Y había riesgo de vida porque la vèrtebra estaba contra la aorta. Salí bien de la cirugía, ni siquiera me tuvieron que poner sangre. Pero el domingo me avisan que había fallecido el instructor. Para mí fue un golpe terrible y recién ahí me di cuenta de la gravedad de la situación. El lunes a la mañana muy temprano, me miro los pies, les mandaba la señal y nada. Parecía que tenía un peso tremendo arriba. Del ombligo para abajo me sentía re pesado. Pero insistí tanto que en un momento empecé a mover el pie derecho. Cuando entró mi vieja a verme le comenté y le dije y se largó a llorar de la alegría. Claro, yo no estaba enterado de lo que se decía afuera".
Luego de la internación volvió a Monte Maíz con sensaciones encontradas debido a lo ocurrido y comenzó a rehabilitarse con Walter Dárdano. Este profesional ya había rehabilitado a un familiar de Mayco. Luego lo llevaron a Tanti pero la experiencia no fue muy buena porque allí hay casos terribles y es difícil tolerar esas realidades.
Con la llegada de la cuarentena le ofrecieron volver a Monte Maíz y sin dudarlo se vino de nuevo para acá. Continuó la rehabilitación con Walter Dárdano cuatro horas por día en dos turnos, pese a las restricciones por la pandemia.
Y ya a los dos meses, con la ayuda de un andador comenzó a hacer sus primeros pasos. Ya había dejado los pañales y la sonda para orinar: "Los médicos no podían creer mi recuperación pero en eso tuvo mcho que ver Walter (Dárdano). Luego de seis meses de recuperación a domicilio, comencé a ir a su consultorio y hasta el día de hoy sigo yendo. Cuando empezamos yo era un papel o un trapo. Ni sentado me podía quedar porque me caía. No tenía fuerza en el tronco. Pero en los primeros días de junio yo ya estaba caminando y en agosto guardamos definitivamente la silla de ruedas".
Su lucha continúa todos los días. Se sigue rehabilitando. En consultorio, en su cas y en el campo. No claudica en su pelea por la vida.
"Hago ejercicios acá, en mi casa y en el campo tengo un triciclo. Voy hasta la tranquera y vuelvo. Y así voy agarrando fuerzas. Me hago varios viajes por día hasta la tranquera", comentó.
Hoy usa unos bastones canadienses y se ve imposibilitado de algunas cosas. Pero luego de aquellos pronósticos tan desfavorables hoy disfruta de una vida muy bormal.

 

FUENTE: AQUÍ EN LA TIERRA PROGRAMA



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