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26 de junio de 2024

VILLAMARIENSE AFIRMA HABER SIDO ABDUCIDO POR UN OVNI

CUANDO TENÍA 12 AÑOS. HOY TIENE 70 AÑOS Y DECIDIÓ CONTAR EL EPISODIO

“Vos me preguntarás por qué uno guarda un secreto durante tantos años”, dice Gerardo Scharff (70), un villamariense que se gana la vida como taxista en la ciudad.
Por momentos se le quiebra la voz, pero continúa narrando su aventura, aquella que muchos hubieran deseado tener.
Y lo que tiene para contar es fuerte, poderoso y despierta la curiosidad de hasta los más escépticos: hace 58 años -cuando tenía 12- fue abducido en un Objeto Volador No Identificado (OVNI), por seres celestiales y estuvo durante 10 días con ellos. Conoció sus costumbres, su ciudad, su fisonomía y también sus sentimientos.

Scharff siguió las órdenes: “alguien tenía que hacer contacto con él -le dijeron- para que pudiera poner en palabras todo aquello que vivió cuando era un niño que trabajaba como peón de campo. Hoy, mostrando una cicatriz, asegura que la misma tiene que ver con aquel suceso”.

 

El inicio

“Cuando yo tenía 7 años mis padres me echaron de casa y terminé trabajando en un campo que queda yendo para el final de la calle Buenos Aires”, inició. El lugar se encuentra ubicado, aproximadamente, a 20 kilómetros de Villa María, pero -por cuestiones de privacidad- y ante un pedido del encargado del predio, la ubicación es reservada.

El pequeño Gerardo se ocupaba de arriar las vacas para el tambo, en su tarea de boyero. Era maltratado, dormía en un colchón elaborado con bolsas arpilleras y comía poco.
“Lo pasé muy mal. Lloraba y la pedía al cielo, y las estrellas que alguien me ayudara; que viniera alguno a ayudarme, porque estaba tirado como un perro o quizás peor”, describió.

 

Las luces

Una madrugada de mayo de 1966, mientras una garúa intensa caía sobre la zona rural, Gerardo se preparó para ir a buscar las vacas y prepararlas para el tambo. Eran, aproximadamente, la 1.30.

“La primera noche yo salí con una yegua (“La Tuerta”) y, mientras preparaba el ganado, una luz blanca -como yo nunca vi en mi vida- lo invadió todo. Se me iluminó todo el campo y ahí nomás las vacas se levantaron y enfilaron solas hacia el lugar del ordeñe. Yo no miré del miedo que tenía”, describió.

“Lo mismo sucedió dos noches más, hasta la cuarta donde la intensidad fue mayor”, añadió Scharff que dijo que siempre le contó a su patrón, pero que él jamás le creyó.

“Una semana más tarde esto volvió a ocurrir, pero fue distinto empecé a sentir un sonido extraño y una luz todavía más potente, más intensa; es como agarrar una linterna y arrimarla bien cerca. Sentí un zumbido, como cuando uno golpea un panal de abejas y una nave aterrizando en frente mío. Se trata un platillo volador de, aproximadamente 20 metros de largo por 8 de ancho. Hoy les digo “nave” y “platillo volador”, pero en esa época yo no sabía cómo describirlo. Yo era un niño que se crio en la pobreza, que solamente conocía la radio y no tenía ninguna explicación para eso”, argumentó.
En ese momento, cuando la nave ya estaba en contacto con la tierra, el niño vio cómo una escotilla se abría y una luz lo invadía todo. Desde la puerta, un ser largo, alto, de color blanco y con cuatro dedos le dijo varias cosas de manera telepática, pero dos muy particulares: “Vení” y “No tengas miedo”. La voz que le habló, hoy Scharff, no puede definir si es de hombre o de mujer.

“Yo me quise escapar, y empecé a pegarle con los talones a la  yegua, pero ella no quiso salir [...] en ese momento me nombraron: “Gerardo” me dijeron... y aflojé un poco”.

Y hacia allí, en medio del desamparo por la pobreza y el hambre, Scharff enfiló hacia una escalera de luces que se endurecía a cada paso.

 

En el interior

“Al ingresar a la nave vi a dos seres más, todos sentados como si estuvieran preparados para volar. Estaban ubicados en butacas -que nunca había visto y nunca volví a ver- con botones en los apoyabrazos […] cuando quise darme vuelta para salir ya no había puerta”, rememoró.

En ese momento, las palabras que él expresaba desde su boca se detuvieron. Un potente dolor de cabeza sucumbió al joven que comenzó a comunicarse con los seres de manera telepática (“Así hablaban entre ellos y también conmigo”). 


“En el interior había una mesa toda iluminada y el piso era blando, acolchado como una alfombra”, recalcó, aunque aseguró: “Lo que está adentro de la nave no lo puedo describir completamente, estaban tan adelantados como 2 millones de años por delante... no tengo dudas de que tal vez sean del futuro”.

En diálogo con El Diario, Scharff narró cómo se alimentó (“Por medio de un tubo enorme, parecido a una mamadera que tenía sabor a frutilla”) y aseguró no tener conciencia de los momentos en que dormía. De igual manera, por la cantidad de actividades que llevaron adelante, él calcula que pasaron cerca de diez días en vuelo.

“(Ellos, telepáticamente), me preguntaron acerca de todo: de mi vida, qué hacía, por qué estaba ahí y demás”, agregó. También le contaron secretos de lo que está por venir: cuestiones ocultas en el Vaticano y la Tercera Guerra Mundial.

En ese contexto -dentro de la nave- había cosas que aparecían y desaparecían de un momento a otro: butacas, elementos y mangueras.

“Vi piedras enormes, como del tamaño de una casa”, aseguró Scharff, y se supone que fue en el cinturón de asteroides. También vio Saturno y también el planeta Tierra y la Luna a la vez.

“Cuando bajamos, en un viaje, la Tierra era como un talco. En los cielos vi un planeta del mismo color de la Luna, pero un poco más oscuro y, más allá, había otro planeta más que era como de color ladrillo, rojizo. Entonces, ellos -viendo que yo no podía respirar- me hicieron caminar hasta que pude empezar a respirar. Recuerdo que sentí que se me dio vuelta el estómago... no sé si ese lugar era un planeta o qué”, rememoró y, remarcó: “Algo de lo que me acuerdo es que también vi unas iniciales en la nave que no sé lo que significan. Pero eso sí, Vos vas a ver la nave o a ellos cuando ellos lo deciden”, rubricó.


“Cuando me daba cuenta estaba parado, sentado, volando o en otro lugar…. Ellos me dijeron que no tuviera miedo y, en pocas palabras, te manejan ellos, vos no podés hacer nada”, recalcó Scharff.

“En esa época uno no sabía nada, ni la fecha que era, el día o el presidente y vi (muchos años antes) la televisión a color por los monitores que tenían ellos adentro de la nave, incluso las videollamadas”.

Scharff también aseguró haber estado cerca de cuatro horas observando la ciudad de estos seres celestiales: “Se bajaron, pero me abrieron la ventana y desde allí vi todo. Vi dos naves iguales a la que íbamos nosotros, otras diferentes y algunas que parecían ser de combate. El piso era color plomo”, detalló y agregó: “También había seres como ellos, pero no del mismo color, sino de color piel”.

Los seres, que primero fueron tres, terminaron siendo siete (uno de ellos más pequeño, que fue el que se hizo más compinche con Scharff).

“Al primero, tenés miedo porque no sabés donde estás, no sabés qué te van a hacer. Pero me quedé tranquilo cuando apareció el chiquito. Ellos andaban siempre con el brazo derecho y con movimiento de cabeza. No corrían ni tenían actitudes violentas”, graficó. “Ellos, apenas entré, me manejaron la cabeza enseguida e hice “amistad”?de alguna manera... tomé confianza, ya que iba y caminaba en una nave que no tenía paredes... era como de otra dimensión”.

 

FUENTE: www.eldiariocba.com.ar



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