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EFEMÉRIDES

9 de julio de 2019

9 DE JULIO DE 1816: OíD EL RUIDO DE ROTAS CADENAS

Declaración de la Independencia

ACTA DE LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA - 9 DE JULIO DE 1816

Desde la conformación del primer gobierno patrio sin injerencia de España, se había desatado una larga guerra independentista, de la cual muy pocos se animaban a vaticinar de forma explícita cómo terminaría; no sólo por las dificultades económicas a que había que hacer frente y la tenaz resistencia por parte de los ejércitos realistas; también porque no eran pocas las diferencias internas respecto a cómo organizar el nuevo país, todavía inexistente. Las rivalidades se dirimían en golpes de mando, encarcelamientos, campañas militares, etc.

Aun así, sin consensos definidos y con grandes turbulencias, el proceso independentista avanzaba. En 1815, tras la deposición de Alvear como Director Supremo ocurrida el 15 de abril, el director interino Ignacio Álvarez Thomas, envió una circular a las provincias invitándolas a realizar la elección de diputados para un congreso general que se reuniría en Tucumán.

Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y la Banda Oriental decidieron no enviar representantes. Tampoco asistirían diputados de Paraguay y del Alto Perú, con excepción de Chichas o Potosí, Charcas (Chuquisaca o La Plata) y Mizque o Cochabamba.

Pronto comenzaron a ser electos en las provincias los diputados que se reunirían en Tucumán para inaugurar un nuevo congreso constituyente. Entre las instrucciones que las provincias -no todas- daban a sus diputados, se encontraba la de “declarar la absoluta independencia de España y de sus reyes”.

El 24 de marzo de 1816 fue finalmente inaugurado el Congreso en Tucumán. El porteño Pedro Medrano fue su presidente provisional y los diputados presentes juraron defender la religión católica y la integridad territorial de las Provincias Unidas. Entretanto, el gobierno no podía resolver los problemas planteados: la propuesta alternativa de Artigas, los planes de San Martín para reconquistar Chile, los conflictos con Güemes y la invasión portuguesa a la Banda Oriental, entre otros.

Finalmente, cuando San Martín llamaba a terminar definitivamente con el vínculo colonial, una comisión de diputados, integrada por Gascón, Sánchez de Bustamante y Serrano, propuso un temario de las tareas que debía acometer el Congreso, conocido como “Plan de materias de primera y preferente atención para las discusiones y deliberaciones del Soberano Congreso”, que a continuación reproducimos.

El 9 de julio de 1816, el mismo día en que se aprobó el temario, se resolvió considerar como primer punto el tema de la libertad e independencia de las Provincias Unidas. Los diputados no tardaron en ponerse de pie y aclamar la Independencia de las Provincias Unidas de la América del Sud de la dominación de los reyes de España y su metrópoli.

FuenteEl Redactor del Congreso Nacional, Nº 6, pág. 4, 23 de septiembre de 1816, en Ravignani Emilio, Asambleas Constituyentes Argentinas, Tomo I, Buenos Aires, 1937, págs. 216-217.

En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de mil ochocientos diez y seis, terminada la sesión ordinaria, el Congreso de la Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto, y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio entero por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España. Los representantes, sin embargo, consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya, la de los pueblos representados y la de toda la posteridad. A su término fueron preguntados si querían que las provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli. Aclamaron primero, llenos del santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime voto por la independencia del país, fijando en su virtud la determinación siguiente:

“Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia, que regla nuestros votos, declaramos solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican, comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación, y en obsequio del respeto que se debe a la naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración.”
”Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios. – Francisco Narciso de Laprida, presidente. –Mariano Boedo, vice-presidente, diputado por Salta. –Dr. Antonio Sáenz, diputado por Buenos Aires. – Dr. José Darregueyra, diputado por Buenos Aires. – Dr. Fray Cayetano José Rodríguez, diputado por Buenos Aires. – Dr. Pedro Medrano, diputado por Buenos Aires. – Dr. Manuel Antonio Acevedo, diputado por Catamarca. – Dr. José Ignacio de Gorriti, diputado por Salta. – Dr. José Andrés Pacheco Melo, diputado por Chichas. – Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante, diputado por la ciudad y territorio de Jujuy. – Eduardo Pérez Bulnes, diputado por Córdoba. – Tomás Godoy Cruz, diputado por Mendoza. – Dr. Pedro Miguel Aráoz, diputado por la capital del Tucumán. – Dr. Esteban Agustín Gazcón, diputado por Buenos Aires. – Pedro Francisco de Uriarte, diputado por Santiago del Estero. – Pedro León Gallo, diputado por Santiago del Estero. – Pedro Ignacio Ribera, diputado de Mizque. – Dr. Mariano Sánchez de Loria, diputado por Charcas. – Dr. José Severo Malabia, diputado por Charcas. – Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros, diputado por La Rioja. – L. Jerónimo Salguero de Cabrera, diputado por Córdoba. – Dr. José Colombres, diputado por Catamarca. – Dr. José Ignacio Thames, diputado por Tucumán. – Fr. Justo Sta. María de Oro, diputado por San Juan. – José Antonio Cabrera, diputado por Córdoba. – Dr. Juan Agustín Maza, diputado por Mendoza. – Tomás Manuel de Anchorena, diputado de Buenos Aires. – José Mariano Serrano, diputado por Charcas, Secretario. – Juan José Paso, diputado por Buenos Aires, Secretario”.

 

FUENTE: www.elhistoriador.com.ar

 

INDEPENDENCIA, DEPENDENCIA Y GUERRA CIVIL

El 9 de julio de 1816 en la casa que había prestado gentilmente doña María Francisca Bazán, los diputados que habían llegado de todos los puntos del ex virreinato declararon la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Comenzaba una nueva etapa para lo que empezaba a ser nuestro país.

Éramos independientes políticamente “de España y de toda dominación extranjera”, pero la metrópoli nos había dejado en una situación muy delicada, que conduciría a una dependencia económica de otras potencias europeas. España no sólo no había fomentado el desarrollo industrial en sus colonias americanas, sino que hizo todo lo posible para obstaculizarlo y poner trabas al comercio entre las distintas regiones del extenso territorio. España misma tenía una escasa producción industrial, que no alcanzaba a cubrir las necesidades básicas de sus habitantes y debía importar la mayoría de los productos elaborados.

La zona de Buenos Aires producía básicamente materias primas para exportar, como cueros, sebo para las velas y tasajo, que era una grasa salada utilizada por países como Brasil y Estados Unidos para alimentar a los esclavos. Esto le reportaba a la región importantes ganancias, que junto con el manejo exclusivo de las rentas del puerto y la Aduana -que aumentaron enormemente a partir del reglamento de Libre Comercio de 1809- le permitían darse el lujo de importar todos los productos que precisaba sin necesidad de preocuparse por su fabricación.

Así pensaba al menos la mayoría de los terratenientes porteños, que preferían la ley del menor esfuerzo y la ganancia fácil antes que el aporte para el progreso, que hubiera implicado que destinaran parte de sus enormes ganancias -como hicieron los ganaderos y granjeros norteamericanos- a invertir en la industria.

La situación del interior era diferente. En algunas regiones como en Cuyo, Córdoba, Corrientes y las provincias del Noroeste, se habían desarrollado pequeñas y medianas industrias, en algunos casos muy rudimentarias, pero que lograban abastecer a sus mercados internos y daban trabajo a los habitantes de estas regiones. Para el interior el comercio libre significó en muchos casos la ruina de sus economías regionales arrasadas por los productos importados más baratos y de mejor calidad.

El manejo del puerto y la Aduana en forma exclusiva e injusta por parte de Buenos Aires será el tema central de los enfrentamientos que comenzarán a darse por esta época y no concluirán hasta la década de 1870.

La incapacidad y la falta de voluntad y de patriotismo de los sectores más poderosos llevaron a que nuestro país quedara condenado a producir materias primas y a comprar bienes elaborados muchas veces con los productos de nuestra tierra. Claro que valía mucho más una bufanda inglesa que la lana argentina con la que estaba hecha. Esto condujo a una clara dependencia económica del país comprador y vendedor, en este caso Inglaterra, que impuso sus gustos, sus precios y sus formas de pago.

Por otra parte, los países que sustentan su existencia en virtud de la exportación de materias primas, como granos o carnes, quedan muy expuestos a los fenómenos naturales, como sequías, inundaciones, pestes de animales y esto puede arruinar su economía de un momento a otro. En cambio, los países industriales pueden planificar su economía sin preocuparse por si llueve, está nublado o sale el sol.

Tras aquel primer paso, el 9 de julio de 1816, éramos independientes, sí, pero solamente en lo político; en lo económico empezamos a ser cada vez más dependientes de nuestra gran compradora y vendedora: Inglaterra.

A comienzos de 1817 el congreso se trasladó de Tucumán a Buenos Aires. Todavía quedaba por definir la forma de gobierno y redactar una Constitución.

Mientras tanto, San Martín había sido nombrado gobernador de Cuyo en 1814 y se preparaba para cruzar los Andes con su ejército libertador. Todo el pueblo de Cuyo colaboró donando elementos y provisiones y alistándose los hombres de entre 16 y 50 años como soldados. Estableció su base en el campamento de Plumerillo, Mendoza, e impartió un fuerte entrenamiento a sus tropas acorde a la impresionante misión que tenían por delante: cruzar una de las cordilleras más altas del mundo con picos de más de 6.000 metros para llevar la libertad a Chile y de allí al Perú. Todos trabajaban en el campamento y todos los metales servían para el cura Fray Luis Beltrán los transformara en su fragua en fusiles y cañones para la libertad de América.

En tanto, en Europa continuaban las negociaciones para conseguir un rey para estas tierras ahora independientes. Obsesionados por el auge de las monarquías en el viejo continente, muchos congresales insistieron en la necesidad de dictar una Constitución que estableciera un poder ejecutivo centralizado y fuerte. Fue así como el 22 de abril de 1819 el Congreso sancionó una Constitución unitaria y centralista, que daba todo el poder a Buenos Aires y perjudicaba a las provincias. Éstas no tardarán en rechazarla enérgicamente.

Así, el Congreso que en 1816 declaró la independencia se desmoronaba sin remedio y la amenaza de disolución del gobierno central era un hecho. La región se sumía en una guerra civil entre Buenos Aires y el interior que demorará durante largas décadas la organización nacional.

 

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

 

 



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