17 de agosto de 2017
VIVENCIA TRAUMÁTICA EN EL HOSPITAL
LA PASÓ UNA ENFERMERA QUE NECESITABA UN MEDICAMENTO PARA SU PADRE EN AGONÍA
Rosana Stankovich es enfermera y cumplió servicio durante muchos años en el Hospital local. Sin embargo reclamó un poco más de “humanidad” por parte de quienes son los responsables de la dirección del Nosocomio. Así mismo manifestó su satisfacción por la solidaridad de sus ex compañeras de trabajo. El hecho fue que tenía a su padre de 86 años en agonía por una afección pulmonar. Por prescripción médica debía inducirlo a un coma farmacológico para atenuar el sufrimiento propio del momento y para ello era necesario una dosis de Midazolám y Ampliactil. Según su testimonio, obtuvo la negativa de la Directora del Hospital, Dra. Paola Aloranti, quien le manifestó que no contaban con esas drogas en el Hospital. Sumado a ello, explicó que la doctora se negó a prestarle atención porque debía asistir a una entrevista en una radio. En la exposición dijo: “Hace 21 años que atiendo a mi papá porque soy enfermera. Hace unos dos meses entró a deteriorarse su estado de salud y sabíamos, en los últimos días, que tendría un desenlace fatal. Yo le había puesto una vía y el Dr. Gustavo López fue quien lo evaluó y diagnosticó su agonía sugiriendo inducirlo a un coma farmacológico para atenuar el sufrimiento. Mi papá estaba muy flaquito, muy deteriorado y se me había escarado por todas partes pero permanecía lúcido. Mi papá vivió más de lo que tendría que haber vivido gracias a los cuidados que yo le daba. Para el coma farmacológico correspondía hacerle Midazolám y un Ampiactil y otra medicación. En el supuesto caso que esto no diera resultado debería acudir al Dr. Pucheta para que me diera una droga que el maneja para la anestesia. Yo hace 25 años que soy enfermera y, si bien ahora no estoy en actividad, he trabajado y he hecho guardias en el Hospital. Entonces, con toda confianza pedí los medicamentos allí con el pedido que me había hecho el doctor López pensando que me iban a sacar de apuro. Yo sé que esos medicamentos son hospitalarios y que en las farmacias casi no se consiguen, entonces hablé con Marta (Pereyra) que es la jefa de enfermeras y ella me deriva a la Directora del Hospital. Pensé que me iban a dar una respuesta positiva puesto que yo no iba a pedir la medicación hasta que ocurriera el desenlace, simplemente quería que me dieran una mano para comenzar con esta medicación. Luego, a través de una droguería y de familiares que tengo en Córdoba yo me iba a hacer cargo de conseguir la medicación. Voy al consultorio de la Dra. Paola Aloranti, ella ingresa al mismo a buscar sus cosas y me dice que no me puede atender porque tenía una entrevista en la radio. Me paro en la puerta y le digo: Pao son dos minutos nada más. Le explico la situación de mi padre pero me dijo que no me la podían suministrar porque en el Hospital no había y además no se puede entregar sin los requerimientos protocolares correspondientes. Yo entiendo los formalismos porque he trabajado en salud pero yo estaba desesperada tratando de calmar el dolor de mi papá. Yo no tengo nada en contra de la Dra. Paola porque además vamos a la misma Iglesia y aunque apelé por ese lado también nunca tuve la predisposición de ella. Hubiera esperado un gesto de humanidad fuera de la investidura que tiene. Ella solo estaba apurada por ir a la radio y a mí me largaron del Hospital sin ninguna respuesta”, explicó.
Hizo referencia a que en el Hospital contaban con los medicamentos que necesitaba y pidió un poco de humanidad para la atención: “De que nos sirve que el Hospital tenga una infraestructura tan bella si no hay calidad y calidez humana. Finalmente, la medicación la consigo a través de Sandra Pérez, una amiga que me la consiguió y así pude iniciar la medicación para mi papá. Con esta gente tenés que trabajar como ellos quieren; de otra manera, te tenés que ir. Yo no creo lo que me dijo Alejandra Fernández. Ella me explicó que había una partida pedida y que llegaba miércoles o jueves. Mi papá murió el jueves a la noche, ya viernes porque eran las doce de la noche. Y quiero agradecer la solidaridad de mis compañeras porque todas se solidarizaron conmigo, todas me llamaron por teléfono porque sabían la situación que yo estaba viviendo. Y, en cuánto a la dirección del Hospital, cuando me dijeron que no había Midazolám me mintieron”, concluyó.
La decisión de no internar a su padre fue de Rosana que siempre cuidó de él bajo supervisión médica. Aclaró también que nunca quiso abusar del Hospital y que solo pidió una dosis de cada ampolla para iniciar la medicación y luego se sometería a las normas protocolares vigentes.