En el predio del ferrocarril de nuestra localidad llama la atención la tala de eucaliptus que se ha producido en los últimos años. Tales ejemplares datan de la época de la fundación de Monte Maíz en 1902 y de la llegada del ferrocarril. Son árboles exóticos traídos de otro país y durante mucho tiempo fueron considerados como árboles exóticos no invasivos.

Luis Auyero, Biólogo de la ciudad de Bell Ville, explicó al respecto: “Cuando se tala un árbol de esta especie por una cuestión ecológica hay que pensar también en la cuestión cultural. Estos son árboles que tienen un riesgo de caída muy grande. Crecen de manera desmedida porque toman agua durante las cuatro estaciones del año en esta parte del mundo. Ese crecimiento desmedido es el que provoca el riesgo constante de caída. Por eso se debe hacer una ecuación que abarque desde lo cultural pasando por lo social y considerando el riesgo de caída. Pero también es necesario pensar en la renovación o reposición del árbol. Si se va aceptar perder 40 o 50 años culturalmente de agrología tiene que haber un fundamento ecológico y se debe poder plantar algo en compensación”.

Auyero contó que tuvo una experiencia personal muy llamativa en ocasión de sacar un eucaliptus de un Club muy conocido de la ciudad de Córdoba. El mismo corría serio riesgo de caída y abajo había un Jardín de Infantes. Lo cierto es que cuando sacaron el árbol comprobaron que el ejemplar tenía 102 años. En el momento de sacar el árbol se hicieron presentes unas veinte personas ya que en el eucaliptus descansaban las cenizas de sus padres. Estas personas habían decidido enterrar en el lugar del árbol los restos de sus familiares porque allí acostumbraban a tomar mates. Esto habla del significado cultural y social que un ejemplar de este tipo puede llegar a tener.

Explicó también que no hay regulación legislativa para los árboles exóticos con lo cual se pueden sacar sin tener que pedir autorización a los Entes Gubernamentales. Pero aseguró que debe existir un plan de recambio de ejemplares en el caso de hacerlo para no ocasionar un problema ecológico: “En estos casos se usa una ecuación, que tiene ya muchos años, denominada 3 x 1; por cada árbol que se saca se deben plantar tres ejemplares nativos o exóticos no invasivos y del mismo porte”.

Luego hizo una breve descripción de nuestra región: “También es importante aclarar la cuestión ecológica de la zona. Monte Maíz y esa región están en lo que se llama “Lagunas del Saladillo”; y hace muchos años esa era una zona no inundable. Y hoy todo lo que se ha inundado tiene que ver con estos árboles. Porque fomentan que las napas freáticas estén más cerca de la superficie a diferencia de otros tipos de árboles. Y los que plantaron estos árboles en la región pertenecieron a otro ciclo ecológico y nunca hubieran pensado que podrían hacer este daño. Por eso, ecológicamente diría que está bien sacarlos; pero culturalmente diría que está mal”.  

Es por esto que insistió en que hay que ponerse a pensar y a trabajar en el tema. Fundamentalmente porque hay que tener un Plan de compensación de los árboles que se sacan:  “Los eucaliptus, los plátanos, los siempre verde,  los olmos y los pinos, entre otros; fueron plantados por quienes llegaron con el ferrocarril y hay que pensar que plantaron lo que les pareció correcto o lo que más le gustaba. Pero a la hora de sacarlos, por estas cuestiones ya enumeradas, es necesario considerar varios aspectos del tema  y tener en cuenta la idiosincrasia de los pueblos antes de tomar cualquier decisión al respecto”, remarcó.

Por otra parte explicó que la raíz del eucaliptus no es pivotante: “Esta zona es un “ecotono” donde el bosque espinal va desapareciendo para darle paso a la pampa; que presenta pastizales y arbustos. En años anteriores había árboles con raíz pivotante; con una raíz nodal que va hacia abajo y que va atravesando constantemente la napa. La va perforando y la va dejando como si fuera un colador. Pero los eucaliptus no tienen una raíz así. Y como tienen una demanda de biomasa tan grande, debido al crecimiento que desarrollan, necesitan mucho caudal de agua. Con lo cual, atrae el agua y provoca cierto ascenso de las napas. A esto hay que sumarle que como se trata de una zona de producción agrícola y, que por definición, no hay mucho espacio para la forestación, el agua se acerca demasiado a la superficie”, concluyó.