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Monte Maíz

CULTURA

5 de noviembre de 2017

AGÓ PÁEZ VILARÓ EN MONTE MAÍZ

DICTÓ UN TALLER DE MANDALAS EN LA ESCUELA FRAY MAMERTO ESQUIÚ

Estuvo en Monte Maíz la artista Plástica uruguaya, Agó Páez Vilaró. Por quinta vez visita nuestro pueblo trayendo los Talleres de Mandalas. En este caso fue invitada por la Profesora Fernanda Martín a la escuela Fray Mamerto Esquiú.Lllegó acompañada por la Profesora y Artista Plástica rosarina, Carina Beltrame, quien fue la que trajo a Agó Páez Vilaró a la Argentina por primera vez en el año 2005. Contó que esta técnica llegó a ella a través de la meditación: “Yo soy artista plástica desde niña y esto me lo inculcó mi padre y siempre fui pintora. Pero esta técnica me surgió a través de la meditación y sentí que tenía que pintar círculos. Yo no sabía que eran los “Mandalas” pero me familiarizaba cada vez más con las formas circulares. Una amiga cordobesa que está viviendo en Uruguay me dijo que yo estaba pintando mandalas. En ese momento la palabra me parecía rara y empecé a investigar de que se trataba y que origen tenía. Ahora yo le explico a la gente que es muy simple: mandala significa “círculo” y tiene que ver con todos los objetos de la naturaleza; por ejemplo con el Planeta Tierra, con las flores, con la barriga de la madre y con las células. Es decir, se encuentra dentro de nuestro cuerpo; es parte del microcosmos y del macrocosmos. No tiene nada que ver con ninguna religión pero está en todas las religiones. Lo vemos en los rosetones de las iglesias cristianas; en el Budismo, donde se utilizan los mandalas para conectarse con la Divinidad y también lo vemos en el Calendario Azteca y Celta. O sea, la forma circular nos habla del Universo, de la Vía Láctea y de la forma en la que se mueve la energía. Representa todos los movimientos energéticos y nos conecta con nuestro interior. Y allí es donde encontramos nuestra creatividad. Los mandalas son expresiones que se pueden representar a través de la pintura, el collage, el tejido y hasta en la repostería. Por ejemplo cuando hacemos una torta redonda y la decoramos. Los niños lo aprenden muy rápidamente e incluso en algunas escuelas se trabaja con esta técnica sin saber que son mandalas. Y a los niños los concentra mucho trabajar con esto; es como que inmediatamente llevan la atención al centro y se concentran en ello. Esto se ve muy claro en los chicos que hoy llaman hiperactivos; el trabajo con mandalas les causa una quietud que nadie puede creer justamente porque los conecta inmediatamente con su interior”, explicó.

Hoy el uso de las nuevas tecnologías permite que la técnica se pueda aprender o desarrollar a través de aplicaciones en los teléfonos o en las computadoras. Existe mayor amplitud en la difusión y el uso de esta expresión artística. En la Argentina esta técnica se conoce dese hace 12 años cuando Agó Páez Vilaró vino por primera vez a nuestro país para difundirla. Una amiga, Carina Beltrame, se interesó por el trabajo que ella llevaba adelante en Uruguay y la invitó a venir a la Argentina; fue así como ya ha visitado distintas Provincias en las que dicta Talleres sobre Mandalas.

Beltrame contó que su madre es escultora y lo conocía al Papá de Agó, Carlos Páez Vilaró, quien luego de exponer su trabajo en Rosario las contactó con su hija: “Ella llegó hace 12 años a Rosario y allí comenzamos a trabajar con los mandalas que a mí me parecen hermosos. Ella pudo hacer una exposición y a partir de ahí comenzamos a organizar Talleres. A medida que el público se sumaba se dio la posibilidad de organizar giras y llevar esta técnica a distintos lugares del país”, señaló. Además quienes toman los cursos llevan estas técnicas a las escuelas de la ciudad y pintan murales en ellas.

En Rosario esta técnica adquirió tal importancia que hay una sede de la escuela de Agó Páez Vilaró que renueva sus alumnos todos los años y se dictan cursos y talleres destinados a personas de todas las edades.

Páez Vilaró se refirió también a “Casa Pueblo”, una creación de su padre. Y dijo que a ella le gusta decir lo que decía Carlos Páez Vilaró: “Es una escultura habitable. Es una edificación construida por el padre de Agó, ubicada en Punta Ballena a 13 kms. de Punta del Este. Fue inicialmente una casa de veraneo y que era utilizada como Taller por el artista. Ahora incluye un Museo, una Galería de Arte, una Cafetería y un Hotel. Fue residencia permanente de su creador, donde trabajaba y donde  pasó sus últimos días: “Él empezó de a poco, nunca pensó que iba a construir 5.000 metros cuadrados. Comenzó a edificar un cuarto, luego otro y luego otro; como si fuera un vagón de tren, decía él. Y de repente se dio cuenta de que estaba haciendo algo inmenso y que a la gente le encantaba llegar a “Casa Pueblo” para ver la puesta del sol. Eso es lo que a él más le había llamado la atención y por eso compró ese lugar. Hoy es como una especie de barco que está frente al mar donde él guardó todas sus pinturas, sus libros y donde creó sus esculturas y todo lo que él hizo. Para mí es parte de mi vida. Muchas veces la gente me pregunta cómo es ser hija de alguien famoso; y yo no lo sé porque a mi padre siempre lo vi igual. No cambió de un día para el otro. Íbamos a pescar y comíamos juntos; siempre lo vi trabajar, incluso hasta en sus últimos días. Con sus 90 años, el día anterior a su fallecimiento, él tenía cuadros preparados para pintar y terminarlos. Siempre estuvo en actividad y creando; eso fue lo que yo viví con mi padre. Ahora que somos herederos de semejante obra yo me siento orgullosa de ella y conectarme con todo eso a mí me llena de felicidad”, concluyó.



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