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INTERÉS GENERAL

16 de febrero de 2020

ANTROPÓLOGOS FORENSES NOMINADOS AL NOBEL DE LA PAZ

EN EL LABORATORIO DEL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE TRABAJA UNA PROFESIONAL DE MONTE MAÍZ, LAURA CATELLI

María Laura Catelli, hermana del futbolista de Lambert Gabriel Catelli, vive en la ciudad de Córdoba y es oriunda de nuestra locaidad. Integra el equipo del Laboratorio de Genética del Equipo de Antropología Forense Argentino recientemente nominado al Premio Nobel de la Paz. A continuación citamos Nota del Diario La Voz sobre el tema:

NOBEL DE LA PAZ: CÓRDOBA CELEBRA LA NOMINACIÓN DEL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE

Para el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf), cada nuevo hallazgo viene a coronar una tarea que, durante años, se realizó en silencio. De alguna manera, el haber sido nominado al premio Nobel de la Paz también sirvió para enmarcar un trabajo sostenido para identificar a víctimas de crímenes de lesa humanidad.

Al menos así lo vivieron los integrantes y exmiembros de la organización que actualmente viven en Córdoba. Uno de ellos es Darío Olmo, miembro fundador que, en 2003, dirigió la exhumación de cadáveres de víctimas de la dictadura militar en la fosa común del cementerio San Vicente.

“Es un logro muy importante que la postulación haya sido aceptada. No es que ganar el Nobel sea un acto de justicia, ya que gente muy meritoria no lo ha logrado. Pero sería muy grato si se diera un reconocimiento de esa naturaleza”, comentó Olmo, desde su oficina en el Centro Universitario de Estudios Sociales de la Universidad Provincial de Córdoba.

El jueves pasado se conoció que, este año, la Eaaf será candidata al Premio Nobel de la Paz. Dos entidades promovieron su postulación: el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). La propuesta fue aceptada.

Los trabajos de este equipo alcanzaron un inmenso prestigio internacional por la identificación de víctimas de crímenes de lesa humanidad en distintas partes del mundo.

Anahí Ginarte, ex miembro de Eaaf y candidata al Cordobés del Año de La Voz, en 2015, la definió en ese entonces como “una ONG científica que aplica sus conocimientos en los derechos humanos”.

Junto con Fernando Olivares y un equipo de la Universidad Nacional de Córdoba, Ginarte logró localizar restos humanos en los hornos de cal de la estancia La Ochoa, un sector de un amplio predio militar que ocupaba el excentro clandestino de detención de La Perla.

Con 10 años de investigación, pudieron identificar el punto exacto de localización de los cuerpos, en un predio de 15 mil hectáreas. Algo así como una aguja en un pajar.

“No se siente tan orgulloso por los hallazgos sino por la constancia. Para las familias que desde hace años buscan a sus seres queridos, estos momentos son especiales e intensos. A esas situaciones las vivimos cientos de veces y por eso perseveramos en este trabajo”, explicó Olmo, quien formó parte de la ONG desde 1985 a 2010 y colaboró part time desde 2013 a 2015.

El antropólogo forense reconoció que la organización logró sobrevivir los primeros 10 años “por obstinación”. “Después de las sanciones de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la cosa estaba muy dura. Subsistimos gracias a organizaciones internacionales, familiares de desaparecidos y algunos organismos de derechos humanos”.

Novedosa técnica

Además de convertirse en hogar de varios antropólogos que la eligieron para quedarse, Córdoba fue pionera en la identificación del ADN de los desaparecidos. El Laboratorio de Genética del Equipo de Antropología Forense funciona en el cuarto piso de un edificio sobre calle Independencia, en la Capital provincial.

“Cuando me enteré de la postulación, estaba haciendo un trámite personal. Al principio pensé que se trataba del Nobel Alternativo, pero no. Era el Nobel grande”, dice con humildad Carlos Vullo, director del laboratorio.

El primer acercamiento de estos genetistas con el Eaaf se dio en 2003, con la exhumación de las fosas comunes de San Vicente. “En aquel momento era muy difícil obtener perfiles genéticos y nosotros habíamos desarrollado un método muy ingenioso que consistía en purificar varias veces las pruebas de ADN. Un trabajo que normalmente se hacía en tres días, a nosotros nos llevaba dos semanas”, recordó Vullo.

La técnica de la doble purificación del ADN consistía en quitar las impurezas en las muestras y entonces conseguir buenos resultados. “Con los años nos dimos cuenta de que el problema de las impurezas eran los inhibidores que provenían del suelo. Pero, en ese momento, la técnica nos daba buenos resultados. Ahí surgió la primera colaboración con la ONG, en 2003”.

El vínculo continuó con el tiempo, más formal a partir de 2007. Y hoy sigue siendo Córdoba la provincia donde recaen las muestras de restos óseos de los desaparecidos, que después se cotejan con las manchas de sangre de probables familiares. “Hacemos perfiles genéticos, cruzamos datos y vemos si hay coincidencias”.

El laboratorio –que además está integrado por Laura Catelli (de Monte Maíz), Carola Romanini, Magdalena Romero, Micaela Longaray, Andrea Rocha y Martina Rotondo– también logró la identificación genética de los soldados de Malvinas.

Y si bien estos genetistas no son los encargados de dar las noticias a las familias –sólo analizan las muestras y tratan de establecer coincidencias–, saben que en cada anuncio hay un mundo. Un rompecabezas que termina de encajar. En términos de Vullo: “Con cada restitución, se cierran ciclos de pérdidas y ausencias que son sanadores”.

 

FUENTE: www.lavoz.com.ar

 



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