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REGIONALES

8 de marzo de 2022

UN MAL DIAGNÓSTICO QUE SE CORRIGIÓ A TIEMPO

MUJER DE CORRAL DE BUSTOS TENÍA UN TUMOR EN EL CEREBRO PERO LA TRATABAN DEL ESTÓMAGO

Solana (37) tras peregrinar durante varias semanas y recibir varios diagnósticos erróneos, recuperó la esperanza (y la salud) en el Hospital Pasteur. Hoy, los contratiempos y la incertidumbre, parecen necesarios para arribar a un final feliz

La vida es incertidumbre, y decir esto no es algo nuevo.  Por momentos el caos lo invade todo, y esto le sucedió a una familia de Corral de Bustos que hoy puede darse cuenta de que aquellos contratiempos y sinsabores tuvieron algún sentido o designio.

Ana Ferrero, desde Rosario (Santa Fe) le agradece al Hospital Regional Pasteur por haber salvado la vida de su hermana Solana (37), quien debió transitar un largo camino hasta conseguir, ayer, su alta hospitalaria definitiva.

Visitando consultorios

La historia comenzó a inicios de 2022, luego de las fiestas de fin de año, cuando Solana comenzó con un “malestar” que englobó “descomposturas, mareos y hasta vómitos”.

“Primero pensábamos que era algo normal y lógico por las fiestas (y la indigestión estival)”, inició Ana en diálogo con El Diario.

Ya con el nuevo calendario en sus manos, el 14 de enero, día del cumpleaños del padre de ambas, Solana seguía mal y su salud no mejoraba.

“Para el cumpleaños de mi papá siempre nos juntamos todos: yo desde Santa Fe, Solana desde Corral de Bustos y mi hermano que viene desde Vera (Santa Fe)”.

“En medio de todo esto ella seguía mal, y me preguntó si me podía traer a sus hijos -una nena de 10 años y un varón de 15- conmigo a Rosario por unos días porque ella no mejoraba; es algo que hacemos siempre en vacaciones”.

A partir de ese momento, Solana, de profesión peluquera, comenzó un peregrinaje por diversos centros de salud: primero en Corral de Bustos, donde se hizo análisis de sangre y orina.

“Me dicen que tengo la bilirrubina alta”, comentó la afectada. Pero pasó una semana y todo seguía mal… se pasaba la mayoría de sus horas acostada, tomando cosas para el estómago y su familia comenzaba a impacientarse.

“Le sugerí que vaya a un médico de confianza y ella visitó otro que le diagnosticó “Vértigo”; yo por los síntomas vi que eran compatibles y tal vez tenía algo que ver. La cuestión es que le recetó un medicamento que, tras 15 días con vómito y sin comer, le terminó afectando”.

Ya con ella acá en Rosario, visitamos un hospital que tengo yo  a media cuadra y fue bastante difícil poder conseguir atención porque estábamos viviendo la tercera ola de Covid-19 (la de la variante ómicron)”, recordó. “Le hicieron ecografías, siempre pensando en lo digestivo y no encontraron nada. Ya era 20 de enero y se hablaban de diferentes afecciones. Allí fue atendida por un gastroenterólogo y le dieron un inyectable”.

 

“Volvió a Corral de Bustos y la situación se volvió a complicar así que, nuevamente visitó un médico. Se atendió con un gastroenterólogo y con una neuróloga, pero no encontraron mucho”.

“Todo siguió, siendo atendida por un otorrinolaringólogo, la revisaron nuevamente, le hicieron un lavaje, y le diagnosticaron corticoide. Eso le fue quitando la presión y mejoró”.

“Todo se puso bastante complicado por momentos, porque gran parte de los centros de salud (con los médicos contagiados de coronavirus) funcionaban a media marcha”.

“En el medio nosotros -con mi pareja- teníamos planeadas unas vacaciones a la Costa y cuando nos vamos nos enteramos de que ella se descompensó terriblemente y debió ser asistida”.

“El 21 de enero ella comenzó con una rehabilitación en Corral de Bustos y la atendió un médico que estaba de guardia junto a una enfermera que nosotros ya conocíamos de una situación anterior; el doctor la hizo hablar y cuando le preguntó por su fecha de nacimiento notó que no podía decirlo”.

“Coma y muerte”

Luego de una ecografía encontraron un tumor “del tamaño de una lima”, narró Ana, y completó: “Ahí el doctor nos dijo: “Esto ya tiene cinco o seis meses, si empeora, luego de diez días todo será (estado de) coma y muerte”.

Sin dudarlo, decidió que era urgente que se hiciera ver por un neurólogo y nos habló de Marcelo Olivero que atiende en el Hospital Pasteur de Villa María”. Ese nombre, el de Olivero, será uno que jamás olvidarán por el desenlace de esta historia.

Agradecidos

Con una mezcla de angustia, resignación, pero con mucha esperanza, la familia finalmente se hizo presente en nuestra ciudad. Sí. Ana y su marido interrumpieron sus vacaciones y el hermano que vive en Vera también arribó al centro asistencial. Padre, madre e hijos de Solana completaban la postal con la que se encontró el doctor Olivero.

“El doctor (Olivero), realmente es un profesional, una eminencia que nos trató muy bien y, lo mejor, es que siempre nos hablaba del futuro (de un mañana), proyectaba y eso nos daba calma”. “Si bien nos explicó que existía una posibilidad de que ella pueda fallecer durante la operación, él siempre nos hizo proyectar y nos contuvo. Entendió lo que estábamos atravesando... de igual manera nosotros ya estábamos mejor, teníamos el diagnóstico correcto y estaba atendida”, reflexiona Ana, emocionada.

 

El viernes 25 de febrero -una vez superados los estudios previos y teniendo presente la urgencia que tenía el caso-, finalmente, la operación pudo llevarse adelante luego de varios contratiempos propios de un hospital de tal magnitud.

Y también comenzó otra búsqueda, hacían falta cuatro dadores de sangre, por si existían complicaciones.

Aquel número de donantes que parecía lejano, finalmente se alcanzó y hasta se superó: “Una mujer, que creo que es policía, se llegó a donar sangre -porque siempre dona- y lo hizo por Solana”, relató la joven mujer emocionada.

Tras varias horas de espera (entre 4 y 6), en una intervención realizada en el cerebelo, a la 1 de la madrugada el doctor salió del quirófano y dijo lo que todos esperaban: “No hubo ninguna complicación”.

Solo un par de minutos más tarde, Solana se encontraba dialogando con su padre tal como hoy lo hace con su familia.
 

Informe: El Diario del Centro del País 

 



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