CULTURA
26 de septiembre de 2025
CUENTO BREVE PARA LA MARATÓN DE LA LECTURA

BASADO EN EL BUEN USO DE LAS LAS TECNOLOGÍAS Y EN EL CONOCIMIENTO EN GENERAL
Tomás era un niño curioso y despierto, pero vivía en un mundo donde la inteligencia artificial parecía resolverlo todo. En su escuela, muchos compañeros usaban herramientas de IA para hacer la tarea, investigar y hasta escribir ensayos. Pero Tomás sentía que algo no encajaba.
Un día, la maestra anunció un proyecto sobre la historia de su pueblo, Monte Maíz. La mayoría de los alumnos recurrieron a la IA para recopilar información y redactar sus trabajos en minutos. Tomás, en cambio, decidió visitar la biblioteca Popular Mitre, el Centro de Estudios Histórico de la localidad y hablar con los ancianos del pueblo.
Pasó tardes enteras entre libros polvorientos y escuchando las historias de los abuelos. Descubrió anécdotas fascinantes sobre los fundadores, las primeras cosechas y las fiestas patronales de antaño. Cada dato lo anotaba en su cuaderno, sintiendo que la historia cobraba vida en sus manos.
Cuando llegó el día de presentar el proyecto, Tomás se sintió nervioso. Sus compañeros habían creado presentaciones impecables con gráficos y animaciones generadas por la IA. Pero cuando Tomás comenzó a hablar, la clase quedó en silencio.
Contó las historias que había escuchado, describió los personajes con detalle y transmitió la emoción de los acontecimientos. Su presentación no era perfecta, pero era auténtica y llena de pasión. Al final, recibió una ovación y las felicitaciones de la maestra y de sus compañeros.
Tomás comprendió que el verdadero aprendizaje no estaba en la rapidez ni en la perfección, sino en la conexión personal con el conocimiento. La IA podía ser útil, pero nunca podría reemplazar la experiencia de descubrir, investigar y sentir la historia en carne propia.
Y así, Tomás siguió explorando el mundo con sus propios ojos y su propio corazón, sin renunciar al placer de aprender a la antigua.